Panchiba F. Barrientos es historiadora e investigadora feminista. Trabaja en torno a la necesidad de tensionar los márgenes y lugares centrales de la historiografía de género desarrollada en Chile, proponiendo preguntas que surgen desde la revisión crítica del concepto “mujer” y sus impactos en los imaginarios historiográficos y feministas locales. Ha publicado en Revista Nomadías y Athenea Digital, y en 2011 publica “La mujer como piedra de tope. Una mirada frente al fracaso del feminismo” (Territorios sexuales ediciones). Desde enero de 2010 dirige el proyecto Biblioteca Fragmentada, biblioteca virtual feminista que busca ensayar nuevas formas de compartir y difundir textos sobre géneros disidentes a través de internet.
Cuéntame sobre tu historia académica ¿desde qué lugar te posicionas políticamente como activista y feminista?
Yo estudié historia en el Pedagógico. Después me vine a la Facultad de Filosofía y humanidades e hice el Magíster en Historia y ahora estoy en el Doctorado de Filosofía Política acá en la Universidad de Chile. Cuando estaba en el Peda todavía no pensaba en estudiar sobre feminismo, tampoco historia es un lugar en que se propicie que esas cosas se pensaran en general: las líneas eran súper marcadas en historia social, historia de Chile. Cosas que a mí tampoco me interesaron cuando estaba allá, pero al final de la carrera me vi obligada a empezar a pensar en esas cosas porque tenía que hacer la práctica como profesora y me costó un montón encontrar un lugar.
Mi primer acercamiento al mundo feminista fue un poco al revés del mayoría de la gente, he escuchado historias muy lindas de como el feminismo se articula entre mujeres que se encuentran y se reconocen, para mí todo fue como una cuestión ligada a la destrucción, pensaba “oye, pero el mundo está mal, hay que pensarlo desde otros lugares”, pero al principio estaba sola y en general los espacios de mujeres me parecían bastante hostiles. Las primeras cosas que leí fueron Butler y Preciado juntas, o sea para mí todo era pura destrucción y era maravilloso. La historia en torno a esas primeras lecturas es linda, da cuenta de la importancia de los flujos de información y de como esos flujos nos construyen y nos hacen soñar mundos distintos. Yo quería leer “El género en disputa” y el “Mnifiesto contrasexual”, quería comprarlos pero aquí no estaban, así que traté de conseguirlos… ¡y resultó! En ese había una página que se llamaba “Rompiendo el silencio” que era la revista virtual de la Erika Montecinos que es una activista, súper importante para la visibilidad de las lesbianas de los 2000 en adelante aquí en Chile, asociada a la revista funcionaba una lista de correos yahoo. Un día me animé escribí le a la gente de la lista preguntando si alguna sabía donde podía coprar los libros. Me contestó Julia Rojas, no nos conocíamos, nunca nos habíamos visto ni habñiamos hablado, pero me dijo que ella tenía los libros y que si quería me podía sacar una fotocopia. Llegué a su oficina en el Vivo Positivo y me dijo, “pucha, no los alcancé a fotocopiar, así que toma, llévatelos y después me los devuelves”, fue increíble. Una lección sobre generosidad feminista y confianza. Después nos vimos más veces y Julia me fue ayudando a armar una bibliografía y un recorrido de lecturas.
¿Empezaste a criticar el feminismo más tradicional?
Nunca me sentí ni parte y ligada al feminismo tradicional, que es un feminismo de mujeres y de sólo mujeres, mujeres heterosexuales. Nunca me he sentido cómoda al pensarme desde esos lugares. Además las lecturas que estaba haciendo me tensionaban hacia otros lugares, mis primeras lecturas fueron Butler, Preciado, Rubin, Anzandúa. Hoy casi 10 años después de esos primeros encuentros y lecturas feministas, esas autoras y sobre todo Gloria Anzaldúa siguen siendo una pieza clave en mi trabajo y me ayudan a reflexionar en torno a las tensiones que movilizan los quehaceres y preguntas feministas.
¿Cómo pensar un feminismo que sea políticamente movilizador, que no quede atrapado en la figura de las mujeres, que no se olvide tampoco de las injusticias y violencias que pesan sobre algunos cuerpos de mujeres, pero que, al mismo tiempo, pueda servir como catalizador para pensar otras cosas, como otros sujetos, otras articulaciones identitarias que no son tan firmes y desde las que muchxs nos imaginamos?
Cuando el feminismo sólo piensa en la mujer, y no intersecta esa categoría con otras como la raza, la clase, la edad y la sexualidad, se transforma en una forma de opresión. Muchas teóricas negras, chicanas, descoloniales, antirracistas y también transfeministas nos proponen la necesidad de pensar categorías identitarias en que no se anule la posibilidad de pensar las diferencias y de enunciar las experiencias, bell hooks dice que “no hay una lucha más feminista que otra”.
¿Cuál fue la idea para la creación de la Biblioteca Fragmentada? ¿Cúales han sido los desafíos en estos años?
Por mucho tiempo Biblioteca Fragmentada era un equipo imaginario. Operaba ficcionalmente la idea de que era un equipo, de que había mucha gente detrás y eso para mi era muy divertido. Al principio eramos: una gata, yo y mi scanner, hoy el equipo ha crecido Uvi, Kiri, Lua y yo, ya no está con nosotras el escanner, pero seguimos siendo un equipo multiespecia (dos gatas, una perra una humana). Al principio la página era un worpress que replicaba contenidos de otros lugares o conseguía alguas joyas feministas en pdf por aquí y por allá. Después el proyecto se amplió y Biblioteca Fragmentada pasó a tener su propio dominio. Compré un dominio “.org” jugando un poco con la noción de lo colectivo y lo difuso. El proyecto siempre ha sido un espacio de tráfico de conocimientos sin fines de lucro, la página se financia con una rifa en la que se sortean libros.
Biblioteca Fragmentada ha crecido un montón hoy tenemos casi 9.500 fans en Facebook, hay textos muy descargados que tienen más de 2000 descargas. Hay gente que manda textos desde muchos lugares para que se publiquen en la colección de lecturas libres de la página. Todos los textos que tenemos publicados han sido compartidos por sus autorxs o se han publicado con licencias Creative Commons. Todo partió porque las cadenas normales de librería no vendían los libros que yo quería leer y necesitaba conseguirlos de alguna manera, y claro, una vez que los conseguía quería poder compartirlos.
Cuéntame algo sobre el electivo que vas a presentar este semestre en el magister ¿Cuál es el objetivo del curso? ¿Por qué se decidió ese tema? ¿Cuáles son los contenidos y qué expectativas tienes para el año?
Poder hacer un electivo sobre los temas que estoy investigando me parece un sueño, al mismo tiempo es un super desafío, los contenidos del curso surgen de las cosas que estoy trabajando hace unos años, son algunos de los problemas que quiero trabajar en mi tesis de doctorado. Estoy muy emocionada sobre todo por lo que significa la posibilidad de poner en discusión con otrxs las cosas que estoy pensando. Tener un curso como este siendo una investigadora joven en una universidad en Chile es un no es un asunto menor, porque hoy en el país estamos teniendo problemas graves de inserción y precarización laboral dentro de las universidades. Las universidades no tienen espacio para la gente joven. Ahí hay un problema super complicado, hay un desfase entre las políticas de promoción de capital humano avanzado y las políticas de inserción en las universidad, no estamos hablando solamente de Santiago, es un problema a nivel nacional.
¿Qué o a quiénes consideras como referentes históricos por tus propuestas políticas en el feminismo o en los movimientos sociales que sería bueno rescatar hoy en la articulación o rearticulación del movimiento feminista?
Yo creo que es una pregunta tramposa, más bien para mi la pregunta es: ¿nosotros queremos articular un movimiento feminista o queremos imaginarnos que exista la posibilidad de que surjan muchos movimientos feministas? Históricamente los movimientos feministas han sido una cuestión fragmentada: han sido movimientos que se chocan, movimientos que se odian, movimientos que se encuentran, que se hermanan y que después se pelean y de eso se trata también, porque el feminismo no es una política tradicional, no tiene un centro, no es igual a si mismo.
Si nosotras no hablamos de diferencias no hay feminismo. Si no hablamos de diferencia, quizás a lo más podamos pensar en una política de mujeres, pero siempre va a ser algo en falta. ¿Qué significa ser mujer? ¿Hasta dónde alcanza el signo mujer? ¿A quién deja afuera? Por supuesto que no se trata de desconocer que esas formas de organización sí han existido y han sido importantes en distintas épocas históricas, sabemos que en la lucha contra la dictadura el movimiento de las mujeres fue clave. Por supuesto que es necesario reconocer también el oimpacto organizaciónal y político que tuvieron las organizaciones y ONGs de los 90 -los institutos de las mujeres del sur, la casa de las mujeres en Temuco, La Morada aquí en Santiago-. Pero si sólo nos acercamos a esos relatos perdemos la riqueza de las acciones de los colectivos y organizaciones que han tenido historias más fugaces, nos perdemos el roce cotidiano de acciones micropolíticas y contestatarias radicales que no tienen los mismos tránsitos, vías de comunicación y que no construyen grandes. Si no escuchamos estas voces nos perdemos dentro de una forma específica de contar la historia. Entonces ¿pensar en un movimiento? No. ¿Muchos movimientos? Sí.
¿Tienes algún referente teórico o alguna musa inspiradora?
Mis referentes teóricos son las feministas que nos permiten pensar de diferencia, la experiencia y la identidad desde múltiples cruces y preguntas. Obviamente ahora te voy a decir Gloria Anzaldúa, Audre Lorde y Angela Davis, que son los pilares del electivo que parto en el Cieg. Pero también me gustaría decir bell hooks; valeria flores; Rosi Braidotti y Monique Wittig. Pensando en Chile podría decir Julieta Kirkwood, la Alejandra Castillo y Olga Grau. Son personas que nos impulsan a pensar feminismos distintos, a desafiar lo que significan las políticas de identidad, las políticas del reconocimiento, incluso las políticas de lo humano.
¿Y tienes algún libro de cabecera?
Obvio que sí, tengo varios libros que me gustan mucho, pero entre todos, uno que no puedo ni quiero dejar es “Esta puente, mi espalda”, es un libro que se editó el 81′ y que fue publicado por un conjunto de mujeres que se llamaron a sí mismo “Mujeres de color” que eran mujeres tercermundistas viviendo en Estados Unidos en las décadas del 70′ y ’80. Ese libro habla de rabia, habla de deseos que no funcionan, habla de la necesidad de abandonar ciertas formas de mirar y de mirarse, de la traición, de los sueños, de hacerse un lugar para sobrevivir…
Siguiendo el texto “La mujer como piedra de tope, una mirada del feminismo” ¿Cuál es el sujeto del feminismo y cuál es el objeto del feminismo?
Ese texto surgió como parte de un circuito que se llamaba: “Un feminismo sin mujeres”, que era una propuesta de la CUDS para articular un espacio de pensamiento feminista que circulara por distintas universidades de Santiago.
En mi texto lo que quería hacer, y en el fondo es lo que me interesa todavía hacer, es preguntar ¿cuál es el sujeto del feminismo o cómo se construye un sujeto político para el feminismo o cómo se puede pensar un sujeto político feminista? ¿Cuáles son las trampas que nosotras como feministas también ponemos a la hora de pensar/pensarnos como sujetos políticos? Este es un problema histórico, los movimientos sociales siempre han tenido esta idea de “tenemos una agenda, tenemos un objetivo y los objetivos son los siguientes”. El texto tiene que ver con eso, interpelando al movimiento feminista. Durante mucho tiempo algunas feministas han dicho “nosotras vamos a hablar de las mujeres” y en ese gesto de “hablar de las mujeres” habar de otras cosas aparecia como algo externo, casi una amenaza. Una agenda secundaria que dividía al movimiento. Si empezamos a sacar experiencias de las que el feminismo no pueda hablar, tenemos un problema porque estamos construyendo un sujeto cuadrado, finito, inmóvil, un sujeto que finalmente no existe porque nadie se adapta a ese molde, siempre hay fugas en los sujetos, pero si los movimientos políticos no hablan de eso que está estallando lo que hacen es reproducir los modelos dominantes de la heterosexualidad obligatoria, del racismo, de la transfobia, de la homofobia, de las exclusiones de género
¿Cuáles son los desafíos de los movimientos feministas hoy día en Chile?
Yo creo que de todas maneras la lucha por el aborto, hay que remecer las estructuras de control que pesan sobre los cuerpos. Tenemos que pensar en el aborto libre, pero también en otras formas de control, hay que hablar sobre otras políticas públicas que también tienen que ver con la reproducción y que se juegan en el cuerpo de las mujeres, de las bio-mujeres. Tenemos que hablar de transfobia, de homofobia y de lesbofobia, pero no simplemente para decir “oye, la transfobia, la homofobia y la lesbofobia son malas”, sino para pensar cuáles son las formas de violencia que tenemos incorporadas. Tenemos que desarmar también los imaginarios de lo que significa ser mujer.
Tenemos que pensar en las violencias del racismo y tenemos que pensar en las violencias económicas. Si yo digo primero aborto, después homofobia, lesbofobia, transfobia y después económico y después racismo. No estoy diciendo una cosa sea importante que otra. Estoy diciendo todas estas cosas se configuran en conjunto, se articulan de manera conjunta a la hora de pensar nuestras realidades materiales.