Columna de Opinión Estudiantes de Semipresencial Teorías de Género, Desarrollo y Políticas Públicas – “Educar para transformar y hacernos cargo”

El Diplomado de Postítulo Semipresencial en Teorías de Género, Desarrollo y Políticas Públicas es un programa que comenzó a impartirse hace 9 años atrás, y a la fecha cuenta con más de 120 graduados/as especializados en perspectiva de género. Como parte de sus actividades de evaluación, las estudiantes realizaron trabajos escritos de análisis y reflexión sobre las políticas públicas con perspectiva de género. Durante los siguientes días publicaremos algunas de sus columnas de opinión.


Educar para transformar y hacernos cargo

María Cristina Campos. Psicóloga, estudiante del Diplomado de Postítulo Semipresencial en Teorías de Género, Desarrollo y Políticas Públicas.

Desde la revolución de los pingüinos, eso hace diez años aproximadamente, que los estudiantes vienen reclamando el derecho a recibir una educación laica, de calidad y acceso igualitario al sistema educativo como forma de disminuir la brecha existente, sostenida en las diferencias de clases, entre quienes tienen acceso a pagar una mejor educación, de aquellos/as que solo pueden acceder a la educación municipal y/o estatal. Hoy alguno de esas y esos pingüinos son universitarios que poco entienden de igualdad, menos de equidad. Pero, ¿qué se debiese entender por igualdad y equidad? La definición de igualdad que aplica para la perspectiva de género es aquella que entiende la igualdad como un principio cuyo fundamento ético es la equivalencia humana, sin calificaciones valorativas jerárquicas entre las personas. Esta debe traducirse en marcos normativos desde lenguaje jurídico entendiendo así la igualdad como un derecho que debiese ser aplicable para todos y todas. Asimismo se comprende por equidad asegurar que la población tenga acceso a las mismas oportunidades en orden de lograr la igualdad. A aquello es que queremos aspirar y acceder.

Pues bien, si la desigualdad que actual, producto del sistema neoliberal, tiene su fundamento en las diferencias de clase y la misma no ha sido resuelta, ¿que nos espera a la hora de visibilizar aquellas diferencias y desigualdades que genera el sistema patriarcal fundamentado en la superioridad de lo masculino por sobre lo femenino? ¿Cómo resolver una problemática que pocos y pocas perciben? Porque evidentemente las problemáticas de género son indiferentes para la mayor parte de la población, personas que han incorporado y naturalizado las diferencias del sistema sexo-género, entendiendo que las mismas son normales desde la cultura en que estamos situados y/o situadas. Difícil es entonces avanzar hacia la igualdad sin trasformaciones profundas en la educación formal y no formal, desde la socialización temprana en adelante. Es aquí donde me quiero detener para incorporar en el discurso la importancia de la transversalización comprendiendo la misma como una estrategia transformadora que nos permita avanzar hacia la búsqueda de igualdad entre hombres y mujeres, igualdad de derechos y oportunidades que nos permitan vivir en un país más justo. Claramente esta igualdad se debe ver reflejada en los planes y programas que el Estado, a través de sus políticas públicas, elabora para la población, mismas que deben ser ejecutadas por profesionales como nosotras.

Es así como, en el ejercicio de mi profesión y como profesional de las ciencias sociales trabajando para uno de los tantos organismos colaboradores de Estado, me he logrado percatar que al reproducir políticas públicas que incluyen el género dentro de las orientaciones técnicas, se sobreentiende que cada uno de nosotros y nosotras comprendemos y conocemos a cabalidad el enfoque de género, sin embargo he constatado en la práctica que son pocos y pocas las profesionales que entienden a qué se refiere el enfoque de género, aún más escasos/as encontrase con aquellos/as que logran integrar la mirada en el desarrollo de su trabajo e intervención profesional. Se visualiza así una de las principales dificultades para la incorporación del mainstreaming de género, aquella que refiere los mitos, prejuicios y desinformación de las personas responsables de la implementación de políticas públicas.

Importante entonces criticar como es que se está integrando el ya mencionado “enfoque de género en las políticas públicas de infancia”, específicamente aquellas vinculadas al área de protección. Desde mi perspectiva, tengo la sensación que el conocimiento en género es bastante básico, algunos profesionales consideran que incorporarlo en trabajo cotidiano es hablar de ellos y ellas, nosotros y nosotras, sin comprender que es más profundo que eso, y que por tanto implica una forma distinta y compleja de mirar el mundo y las relaciones humanas, implica cuestionarse nuestro propio actuar y las formas en que nos relacionamos y vinculamos con otras personas.

Ahora, ¿cómo desarrollar un mejor trabajo, uno que nos permita ejecutar programas con orientaciones técnicas con enfoque de género sin contar con el conocimiento necesario para ello? Creo que existe responsabilidad del mismo Estado y de los organismos colaboradores en que los profesionales a cargo de ejecutar programas, por tanto trabajar con niños, niñas y sus familias cuenten con la especialización en el área. Pero, ¿quién se hace cargo de capacitar? ¿Se visualiza el género como un eje de estudio necesario en lo profesional y por tanto importante de profundizar? Desde mi experiencia creo que hoy por hoy es más importante especializarse en áreas de estudio tradicionales validadas por la academia, mientras que el género continua siendo del gusto de solo algunas mujeres, que por lo demás son feministas, devaluando todo sustento teórico y años de investigación que dan piso y peso al género como área de estudio. Nos enfrentamos a otro conveniente para la incorporación del mainstreaming de género, aquel que menciona la necesidad de contar con profesionales, es decir, recursos humanos capacitados en género que logren ser agentes facilitadores en el proceso de incorporación del enfoque de género en la implementación de políticas públicas.

Evidentemente falta bastante por avanzar, partiendo por incorporar el enfoque de género en las mallas curriculares de las distintas universidades que forman a cada uno/a de los y las profesionales que luego ejecutan políticas públicas, además de capacitar a quienes ya se encuentran insertos en el sistema laboral, además del interés personal por autoeducarse y validar los estudios de género como una perspectiva capaz de ampliar la mirada de la situación familiar y/o personal de los niños y niñas con las que trabajamos, de modo de realizar mejores acompañamientos, logrando un mayor entendimiento de la situación en que se encuentran focalizando la mirada en lo social-cultural y no solo en lo individual.