Columna de Opinión Estudiantes de Semipresencial Teorías de Género, Desarrollo y Políticas Públicas – “Principios de igualdad y equidad de género en la participación de las mujeres en Chile”

El Diplomado de Postítulo Semipresencial en Teorías de Género, Desarrollo y Políticas Públicas es un programa que comenzó a impartirse hace 9 años atrás, y a la fecha cuenta con más de 120 graduados/as especializados en perspectiva de género. Como parte de sus actividades de evaluación, las estudiantes realizaron trabajos escritos de análisis y reflexión sobre las políticas públicas con perspectiva de género. Durante los siguientes días publicaremos algunas de sus columnas de opinión.


Principios de igualdad y equidad de género en la participación de las mujeres en Chile

Nicole Nova. Trabajadora Social, estudiante del Diplomado de Postítulo Semipresencial en Teorías de Género, Desarrollo y Políticas Públicas.

¿Por qué hombres y mujeres no están igualmente representados en las posiciones de liderazgo político y dirigencial en Chile? Ésta es una pregunta que suele hacerse al ver las estadísticas de representación política masculina y femenina, donde por ejemplo, tenemos un 87,5% de alcaldes a nivel nacional, en comparación a un 12,5% de alcaldesas, o un 86,7%de senadores, ver sus 13,2% de senadoras. (fuente: “Mujeres y Poder: participación en espacios de toma de decisión”, Instituto de Investigación en Ciencias Sociales, ICSO, Universidad Diego Portales. 2013.) Cuando hablamos de principios de igualdad, incluso cuando hablamos solo de igualdad, y escuchamos repetitivamente esta palabra para hacer referencia a las desigualdades sufridas por las mujeres, por ejemplo en este caso, donde vemos que hay una baja participación política de éstas, lo que lleva a una desigualdad en la representación y toma de decisiones a nivel país, pocas veces hacemos un reparo en el principio de la igualdad, y en la necesidad de incluir a la equidad para poder tener una igualdad sustantiva, es decir una igualdad realmente ejecutada y que dé más a quien ha tenido históricamente menos, para poder estar en igualdad de condiciones.

La primera misión del principio de igualdad, es lograr desmitificar que al hablar del “ser humano” del “hombre” estamos hablando de una raza masculina, y lograr incluirnos como mujeres en esta palabra que por mucho tiempo nos tuvo al margen de ser sujetas de derecho, donde se consideraba al “hombre” el único apto para hacer uso de los derechos humanos. En este caso, al hablar de igualdad en la representación política, necesitamos que las mujeres seamos incluidas totalmente en un mundo que fue conquistado por los hombres y donde se nos dejó fuera por mucho tiempo, pero que cuando nos abrió las puertas, fue tan mezquinamente, que aún nos sigue excluyendo, tal como muestran las estadísticas.

Otra de las misiones, es lograr abarcar las tres dimensiones que lo fundan: no discriminación, admisión de la diferencia y las autonomías. Muchas veces se cree que cuando una política pública reconoce este principio de igualdad, e incluye estas tres dimensiones, el asunto está solucionado, subsanado, y no hace falta más, para que por ejemplo, se logre una igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, pero se olvida que para llegar a una igualdad sustantiva, es decir, para que exista una ejecución real de esta igualdad, es necesario contar con el mecanismo de la equidad. Si la igualdad en las políticas sólo se concibe como igualdad de oportunidades, es decir, sólo como igualdad en el acceso, no garantiza la verdadera igualdad. Un ejemplo de esto, se da muchas veces en los programas que se ejecutan desde las municipalidades en convenio con el Servicio Nacional de La Mujer y la Equidad de Género, los cuales se preocupan por ejemplo, de que las mujeres tengan acceso a un trabajo remunerado o tengan acceso a un nivel más alto de participación ciudadana y/o política, pero no se preocupan de que las desigualdades que ellas sufren, aparte de ser más que desigualdad de género, (se deben agregar otras categorías, como la raza, clase, edad, situación socioeconómica, etc.) ,no apuntan a equiparar estos elementos, solo de incluirlas en un sistema desigual, donde estas mujeres necesitarían más que el piso mínimo de igualdad para poder alcanzar la igualdad sustantiva en materia de acceso a la participación social y política realmente efectiva, lo que dejando a la equidad de lado, no se logrará.

Con esto, quiero hacer referencia específicamente al área de participación de Sernameg, la cual de sus tres componentes: Escuelas de liderazgo, Talleres Municipales de Derechos y Conversatorios provinciales y regionales, pretende empoderar a las mujeres, entregándoles herramientas de liderazgo y conocimientos en materia de derechos, para que ellas logren acceder a un nivel más alto de participación, ya que lo que se puede observar, es que existe participación femenina, pero a un nivel más básico (juntas de vecino, centros de padres y apoderados, organizaciones de trabajo productivo, ect) y la mayoría de las veces ligado a los cuidados. Falta dar el salto para incrementar por ejemplo el número de candidatas a concejalas y alcaldesas, tener mujeres líderes en todos los movimientos sociales, ejerciendo dirigencia en los movimientos sociales del país, etc. Para lograr llegar a una igualdad sustantiva en esta materia, se ha utilizado en cierta medida el mecanismo de la equidad, al implementar un programa exclusivamente para que mujeres reciban educación cívica y formación en materia de derechos, pero también han dejado fuera los distintos contextos en los que viven las mujeres a lo largo del país, ya que es un programa que fue diseñado en el nivel central de Sernameg, y que de cierta manera deja fuera la diversidad de mujeres, y las múltiples brechas a las que ellas se enfrentan. En mi opinión, el querer “empoderar” a las mujeres, desde fuera, tratando de imponer ciertos temas y aludiendo a una democracia que está en una crisis de representatividad, pero queriendo que estén para alcanzar una cifra, no estamos logrando la igualdad sustantiva necesaria, ya que seguimos teniendo a mujeres con una triple jornada (trabajo doméstico, trabajo asalariado y participación comunitaria/política), pero que siguen cumpliendo el mismo rol dentro de sus hogares, a cargo de lo doméstico, siguen siendo discriminadas dentro de sus sectores políticos, sigue habiendo una brecha de salario, siguen siendo cuestionadas por dedicarse a otras labores y no exclusivamente de la familia, y un sin fin de etcéteras. Para lograr la igualdad necesaria, mediante el mecanismo de la equidad, es necesario un cambio cultural, que nos dé el lugar que nos corresponde dentro de la sociedad, el lugar de seres humanas sujetas de derecho.