Columnas de Opinión Estudiantes del Diplomado Género y Violencia – Diversidad Sexual, Violencia, Género y Educación

El Diplomado de Extensión Género y Violencia es un programa que comenzó a impartirse como Curso de Especialización el año 2010, debido al creciente interés por abordar ambas temáticas desde una perspectiva crítica e interdisciplinaria. El 2013, este curso se consagró en un Diplomado de Extensión, teniendo sólo 12 estudiantes. Este año (2016), 28 estudiantes de diferentes áreas profesionales cursan el diplomado, demostrando que la violencia analizada desde la perspectiva de género es una temática crucial para la transformación de la sociedad hacia relaciones éticas, igualitarias e inclusivas de género.

Como parte de sus actividades de evaluación, los y las estudiantes realizan trabajos escritos de análisis y reflexión crítica sobre los temas trabajados en clases. Esta semana publicaremos algunas de sus columnas de opinión, en donde reflexionaron en un tema de elección personal. 


La intolerancia mata

Por Lucrecia Aliaga

Omar Mateen: estadounidense, de origen afgano y con 29 años, abrió fuego en una discoteca popular de la comunidad gay, en Orlando,(Florida), matando al a 50 personas e hiriendo a otras 53. El también murió. Omar, el asesino estaba casado, era un hombre maltratador. Trabajaba como vigilante de seguridad. Los que lo conocieron lo describen, como un hombre inestable y lleno de odio. Su personalidad presentaba: un amasijo de homofobia, confusión psicológica personal grave, mezclados con una ideología de ISIS.
Ese sábado 12 de junio, por la noche, el club estaba celebrando Latin Night, es un sitio popular de la comunidad LGBT, en la que solían reunirse latinos.

El hecho es de enorme crueldad, una tragedia grave en el S. XXI. Una sociedad que muestra grandes avances, sin olvidar sus quiebres, con un proceso de cambio rápido y profundo. Las tecnologías son el elemento evidente de la comunicación y transportan un modelo cultural diferente. Gracias a las TIC hay un tipo incomparable de percepción del mundo, de formas de vivir, de trabajar, de enseñar, de aprender. Este cambio afecta no sólo aspectos secundarios, sino a ideas y a ideales, a creencias que hasta ahora eran las consideradas correctas e inamovibles.

Lo ocurrido ha sido un hecho de muerte y “muerte por odio”. Esto nos habla directamente a quienes somos parte de esta sociedad y pertenecientes a instituciones responsables de educar, no de instruir; de orientar, no de disciplinar. Seremos generadores de vida en la medida que el respeto, el diálogo, el amor sean la tierra que abonemos a diario. Camino nada fácil, porque la intolerancia la llevamos en nuestros genes.

En este sentido, una característica fácil de identificar en una persona intolerante, es su incapacidad para discutir acerca de las creencias que sustenta, porque en el fondo son estas las que organizan el eje central de su personalidad. Está convencida que su creencia es la única verdad existente en el mundo, por la cual vale la pena, luchar a fin de plasmar su superioridad sobre cualquier otra pensamiento. De algún modo evidencia una inseguridad profunda. Pasan por la vida intentando preservar lo que “creen inamovible”

¿Por qué no revisarnos? Cuando lo que prevale en nuestra personalidad es la intolerancia expandiremos estiércol, carroña y esto si contamina. ¿Cómo ayudarnos a ser personas con mente abierta?

¿Por qué tanto odio a quien se presenta distinto? Las vidas dañadas de manera tan brutal nos afectan y no podemos ser impasibles. Lo que parece cierto es que este hombre ataca con saña a personas homosexuales. El padre del asesino, el Sr. Saddique, dijo a la cadena NBC que no cree que este ataque realizado por Omar se deba a doctrinas religiosas, sino a motivaciones homófobas. Saddique, afirmó que su hijo se indignó hace dos meses cuando, durante una visita a Miami, vio a dos hombres besándose.

Por eso, es de vital importancia ubicarnos en la realidad vivida y hablar con claridad de una palabra que asusta: la homosexualidad. Después de más de 35 años de investigación científica objetiva y bien diseñada que demuestran, que la homosexualidad, no es una enfermedad.. Tampoco se asocia con trastornos mentales ni problemas emocionales o sociales. Seguir creyendo y afirmando que sí lo es, habla de testarudez.

Y para datos más exactos en 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría confirmó la importancia de una investigación nueva y mejor diseñada y suprimió a la homosexualidad del manual oficial que detalla los trastornos mentales y emocionales. Dos años después, la Asociación Americana de Psicología promulgó una resolución apoyando esta supresión. Lo cual implica considerar la homosexualidad como una opción sexual, que es parte de la orientación sexual humana…” Ambas asociaciones solicitaron a todos los profesionales de la salud mental que ayuden a disipar el estigma de enfermedad mental que algunas personas todavía asocian con la orientación homosexual.

Con delicadeza, pero con firmeza, les digo a las personas que frecuentan esta columna, que en nuestra actual sociedad, ni las familias, ni en los colegios ni otras instituciones, han avanzado lo suficiente. Todo lo contrario. Hay indiferencia ante la violencia con que son tratados estos grupos, que por ser minoría, están expuestos a los golpes, a la cárcel y cuántas veces a la muerte. La noticia ocurrida en Orlando, tiene que abrirnos los ojos, los oídos y el corazón.

En este sentido la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos), se encuentra preocupada por los altos índices de violencia que se registran contra personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex (LGBTI), además insiste a los Estados Miembros de La Organización (OEA) que tomen medidas efectivas para prevenir, investigar, sancionar y reparar actos de violencia cometidos contra personas LGBTI, de acuerdo al estándar de debida diligencia.

Soy cristiana y católica, por lo mismo siento profundamente el dolor de estas personas. Soy testigo y a veces cómplice por el silencio. A estas personas les falta la acogida de los suyos (familia, legitimidad social), y la nuestra. La relación afectiva constituye una dimensión compleja y estratégica, donde los individuos se separan habitualmente de un mundo que no los reconoce como sujetos afectivos. “La sociedad no ha hecho otra cosa que estigmatizar su orientación social. La violencia simbólica al que se expone un joven sin referente es asimilable a no tener ningún lugar social, se vive como una borradura de una identidad que sólo aflora desde su negatividad” (Juan Pablo Sutherland.)

La intolerancia mata, no aumentemos las cicatrices y las heridas a personas tan dignas como tú y yo.


Cómplices

Por Patricia Castro

A raíz de los hechos ocurridos el pasado 12 de Junio del presente año en Orlando en el Estado de Florida, Estados Unidos, donde hasta ese entonces un desconocido Omar Mateen atenta contra la vida de 50 personas, dejando a otras 53 heridas de gravedad y un sinfín de familias con un profundo dolor imposible de olvidar. Me pregunto, ¿Cuál es el objetivo? , crimen de odio, terrorismo, religión, homofobia, resuena una y otra vez dentro del colectivo social.

Ante esta situación observé asombrada la rápida respuesta de los medios de comunicación y la explosión de las redes sociales con argumentos que apelaban al “Ya no más”, “El amor es amor”, “La peor matanza en años”, además de cientos de imágenes con la bandera LGTBI alzada en la lucha por un mundo igualitario. Pero lo que más me llamó la atención fue la cantidad de veces que se ha hablado de DISCRIMINACION, así… satanizada, castigada, reprochada y renegada.

Pues bien, me vuelvo asombrar y me pregunto entonces ¿Quién discrimina? Considerando el gran sobrecogimiento que se palpa en la población pareciera que nadie, pareciera que nosotros no, que tu no, que yo no. Vuelvo a insistir, entonces ¿Quién? Qué pasa cuando la conmoción se termine, cuando el testimonio del “Joven Chileno” que sobrevivió deje de circular en los medios de comunicación y nos deje de parecer un hecho tan cercano y cuando esas decenas de nombres que no recordamos dejen de parecer importantes, ¿Seguiremos entonces hablando de discriminación? Sin ser presuntuosa me aproximo rápidamente a decir que No. ¿Porqué?, porque vivimos localizados en hechos puntuales, en actos terroristas, en matanzas, en guerras, en crímenes de odio, que utilizamos para desplegar el discurso correcto, para unirnos como hermanos ante la injusticia y el horror inminente que hiere a esos Otros que siempre están susceptibles de morir. Nos vestimos de tolerancia y castigamos al cruel, asumimos la bandera de lucha y la levantamos tan alto que todos la puedan.

Sin embargo me pregunto porqué no nos conmocionamos cada día cuando vemos avergonzados a nuestros hermanos homosexuales ocultarse, esconderse, pedir perdón, subyugarse y negarse. Porque no nos conmocionamos cuando vemos en la calle gritar a alguien “Maricón”, “Tortillera”, cuando nuestro compañero de trabajo finge no tener pareja y evita hablar de su relación porque tiene un “secreto”, cuando dos mujeres deben soltarse de la mano porque las “están mirando mucho”. ¿Por qué somos capaces de reconocernos en voz alta como personas que no discriminan y apuntar al que si lo hace sin tapujos, pero a la vez solapados en la comodidad del que mira nos silenciamos ante los actos más crueles de exclusión que nos rodean en nuestro cotidiano?

Nos asombra la muerte de 50 personas en un club Gay, pero no nos asombra que tenga que existir un club gay porque los heterosexuales no pueden convivir con la “anormalidad” de la diversión gay. Nos impacta la crueldad de estos actos, pero no nos impacta el silencio de nuestros propios actos, seguiremos naturalizando las injusticias que nos rodean, en espera de otro gran acto de crueldad que nos recuerde que debemos empatizar con los Otros, que nos recuerde que hay que luchar por la No Discriminación, que nos recuerde que debemos “orar por…” y también que “el amor es amor”.

No castigo la conmoción, no castigo el impacto, no castigo al tiempo, castigo al olvido. Al olvido de las personas, al olvido de los nombres, al olvido de las historias y castigo al recuerdo de lo colectivo, aquello que no nos permite individualizar, lo que no nos permite conectarnos con ese otro particular, castigo a los medios de comunicación que nos dicen que debemos sentir y cuanto tiempo nos permite sentirlo de acuerdo a lo que se nos quiere mostrar, castigo a las redes sociales que nos dicen cuál es la tendencia, es decir, que es lo que nos está importando y por ende debemos hacernos parte de lo que “se está hablando”.

No somos autores, pero somos como cómplices del crimen de Omar Matten, cómplices del odio, cómplices del silencio, cómplices de las prácticas naturalizadas de discriminación, cómplices de las burlas, del prejuicio, de la distancia, de la ignorancia. No esperemos ese otro evento que va a remecer la normalidad de nuestras vidas, no esperemos que los medios de comunicación nos digan que sentir, no esperemos la eventualidad, no esperemos que el horror nos invada. Finalmente, nos invito a aceptar la responsabilidad, a sufrir por la pasividad con la que vivimos, a dejar de mirar desde la vereda de en frente y cruzar la calle para actuar y detener los actos de violencia que hieren y matan diariamente a mucho más que 50 jóvenes en una noche de sábado.

Nos invito ahora si a hablar de discriminación, a despertarnos y fortalecernos como sociedad, nos invito a dejar de ser cómplices.


“No hay transformación si se mantiene el Sexismo en la Educación”.

Por Javiera Meneses

Estos últimos años se ha posicionado al interior de la sociedad chilena la necesidad de replantearnos el rol que le concierne al Estado en el ámbito de la educación. El movimiento estudiantil secundario y universitario se ha sabido hacer escuchar mediante tomas, paros y movilizaciones, de modo tal que la consigna por una educación pública, gratuita, laica y de calidad se ha erigido como un debate transversal al interior de la sociedad, en donde la búsqueda del fin de lucro se ha tornado un baluarte. En este contexto y a diez años de la denominada revolución pingüino estamos escuchando cada vez más fuerte las voces que exigen además que esta reforma educacional sea intercultural y no sexista dando cuenta de aquello varias acciones de las cuales quisiera rescatar un par.

El pasado 24 de mayo, las estudiantes del Liceo 1 Javiera Carrera (colegio emblemático, laico, de excelencia, municipal y de mujeres) salieron a protestar en una denominada marcha feminista en respuesta a gritos machistas que se hicieron escuchar en el contexto de movilizaciones desde algunos estudiantes del Internado Nacional Barros Arana (colegio que cumple con las mismas características, no obstante que es un liceo sólo para varones). Las chicas del cogesex (Comisión de Género y Sexualidades del Liceo 1) declararon mediante su cuenta de facebook que “las estudiantes nos cansamos de la violencia de los liceos de hombres hacia los de mujeres, de hecho nos cansamos de la diferencia y de la indiferencia”, visibilizando que categorías ampliamente utilizadas en contextos lúdicos, como gritar en una marcha “que se asomen las maracas”, constituyen formas de machismo al interior de un movimiento que buscan transformaciones de fondo al sistema educativo. En este sentido, argumentan las estudiantes, “ya es violento el sistema como para que nos ataquemos entre nosotros”, finalizando su actuar con un comunicado pegado en el frontis del INBA y orquestando un encuentro entre las estudiantes y la Secretaría de Masculinidades y Sexualidad para abordar temáticas inherentes a género y diversidad sexual, de manera tal de erradicar el machismo de sus prácticas cotidianas de lucha y reconocer a sus compañeras y compañeros como iguales.

Esta interpelación, como hito, denota como desde un plano singular las y los estudiantes están cuestionando su propia subjetividad en cuanto a discursos y taxonomías normalizados desde la propia escuela, de modo tal de comenzar a permear las luchas de géneros desde una arista que comprende el carácter desigual de las relaciones de género , deconstruyendo prácticas normalizadas y aprendidas desde la primera infancia.

Otra acción que ha rondado las redes sociales esta última semana apunta hacia un plano subjetivo, desde donde comprender como se ha ido perpetuando la desigualdad desde dispositivos simbólicos, como lo es la categorización lingüística.

En el marco de la toma del Liceo Carmela Carvajal de Prat (colegio que, al igual que el Liceo 1, es emblemático, laico, de excelencia, municipal y también sólo de mujeres) estudiantes pertenecientes al Colectivo Lemebel (Organización feminista de izquierda que mediante intervenciones artísticas y propagandísticas, busca la extinción del machismo y de las actitudes de dominación y desigualdad) tacharon en la placa de metal que identifica el nombre del colegio la parte alusiva al apellido de quien fuera el marido de la señora Carmela Carvajal, Arturo Prat, un marino reconocido por el estado como “prócer de la patria”.

Si bien esta última acción no representa una interpelación hacia un sujeto determinado que ejerza violencia de género, si lo hace en contra de un sistema que históricamente ha invisibilizado a las mujeres y les ha ido asignando un rol determinado. ¿Por qué a un colegio de niñas se le da el nombre de una mujer que la historia sólo la ha reconocido por ser la esposa de un sujeto?

Al enunciar esta disrupción, desde un acto de habla determinado, se aprecia como las estudiantes estructuran el lenguaje como una herramienta hacia un fin político, visibilizando que tan profundo esta calado en nuestra sociedad la desigualdad de género. Es interesante, además, como las categorías de una u otra forma van asignando roles mediante el lenguaje. Una primera lectura da cuenta de que tipo de enseñanza se buscó impartir en su momento en los dos colegios de niñas anteriormente mencionados.

Tanto el Liceo 1 Javiera Carrera (fundado en también en honor a la hermana de un “ padre de la patria”, en 1894, también) y el colegio Carmela Carvajal (nombrado de esta forma mediante decreto alcaldicio durante la dictadura, puesto que desde 1971 se le reconocía como el liceo A-44) se fundaron en su momento para formar a “futuras madres de familia” visión estereotipada que pese a haber sufrido transformaciones en cuanto a su función social primaria, sigue instaurando el rol que una “señorita” debe cumplir en sociedad.

En este sentido si bien los colegios sólo de hombres y sólo de mujeres nacieron en un contexto históricamente distinto, en el cual se asignaba un tipo de educación determinada acorde al sistema binario sexo –género y colocando de esta forma ciertas expectativas sobre las y los sujetos en cuanto a su distribución taxonómica, resulta a-histórico que sigan existiendo colegios que discriminan por sexo biológico el ingreso de sus estudiantes, toda vez que resulta contradictorio ante cualquier principio de inclusión y de no discriminación, en donde, por ejemplo, resulta irrisorio hacer encajar en este escenario a otras sexualidades.

De esta forma resulta casi ilógica una reforma educativa, entendiendo que la escuela se erige como uno de los dispositivos de disciplinamiento más explícitos a los cuales estamos expuestos, no sea bajo una directriz no sexista. El desarrollo curricular, tanto en los lineamientos del Ministerio de Educación, como en su esfera oculta debe romper con una educación que se ha erigido de forma diferente no sólo según lo atigente al sistema sexo-género, sino también asignando roles y replicando desigualdades.

En este sentido es necesaria una educación mixta que deje de perpetuar y erradique las prácticas de discriminación por género en lo cotidiano de las aulas. Que la educación sexual que reciben las y los jóvenes deje se aleje más de los componentes reproductivos, que son propios de una clase de biología, y se comprenda a enfocar desde un marco multidisciplinario e integral desde la primera infancia que rompa con estereotipos y también considere el placer, la construcción de identidades sexuales y el autoreconocimeinto como un sujeto sexuado. Que se incluyan, se reconozcan y se respeten las diversidades sexuales, rompiendo así con lesbo – homo – bi y trans fobias en los aparatos educacionales y que de esta forma se elaboren estrategias pedagógicas orientadas a terminar con las desigualdades en la educación.


Movimiento de secundarixs: Nuevas demandas o un paso a la transformación social

Por Carlos Guerrero

Las luchas que se han dado para desmontar la asimetría patriarcal en la educación han tenido victorias como el ingreso de mujeres a la Universidad. Sin embargo, es dable exponer en la actualidad se siguen observando algunas; por ejemplo la entrada de una mayor cantidad de mujeres a ciertos tipos de carreras tales como las del área de la salud y las pedagogías, por ajustarse a los roles de género impuestos a las mujeres como el cuidado y la crianza. Siendo importantes los avances mencionados que ha logrado el movimiento de mujeres en relación a la educación, hoy en día nuevas tensiones dan cuenta de desafíos que asume el movimiento de estudiantes.

Hace unas semanas atrás, en el contexto de un nuevo estadio de movilización estudiantil, para ser exacto el 24 de mayo del año en curso, las estudiantes del Liceo N°1 “Javiera Carrera”, se dirigen al establecimiento educacional de varones “Internado Nacional Barros Arana” (INBA), a fin de denunciar el machismo que se evidencia en algunos cánticos que integran el término de “maracas” para referirse a las liceanas. La movilización, de carácter político, establece un cuestionamiento a la base de un movimiento enfocado a las demandas de una educación pública, gratuita y de calidad, que se inicia a comienzos de siglo XXI en el país, dentro de un clima social de descontento hacia el sistema educativo instrumentalizado por las lógicas de mercado capitalista.

La crítica planteada por las “javierinas” genera preguntas que no se sitúan en el campo de la lucha estudiantil de origen. El despliegue que hacen permite ampliar la problematización hacia un sistema educativo sustentado en el patriarcado. Como resultado el estudiantado del INBA acoge la crítica y se posiciona abierto al trabajo en conjunto que permita la erradicación de las prácticas violentas opresoras por razones de género dadas al interior del movimiento estudiantil. Al respecto javierinas e inbanos sostienen que avanzan hacia una “nueva lucha social, no sólo desde las demandas estudiantiles, sino también de las demandas humanas y de compañerismo dentro de la “nueva ofensiva”, como asomo de una necesaria y revolucionaria visión de mundo.”

Si bien, es necesario destacar que la suma de los términos “no sexista” o “antipatriarcal” en el conflicto educacional, me parece interesante comprender el dinamismo de los procesos de transformación social fuera del marco de lo institucional.

Es importante destacar que la interpelación de las javierinas y recepción de aquella por parte de los estudiantes del INBA abre la mirada hacia procesos directos de transformación social que no requieren la intervención del Estado. Es la energía creadora de un movimiento que ya no sólo exige el acceso a una educación pública, gratuita y de calidad, situándose con una mirada clasista, sino que va abriendo caminos no recorridos en las experiencias de movilizaciones anteriores. Diría que la importancia radicaría que ésta nueva demanda requiere que cada participante del movimiento pueda llegar a reflexionar a partir de sus condiciones y experiencias en un sociedad patriarcal, preguntarse por posibilidades de cambio y por las tácticas para su ejecución.

En ese sentido, y desde una mirada adultocéntrica, resultará ejemplificadora la acción de las liceanas para el mundo adulto, tal como señala Claudio Duarte Quapper “se endosa a las y los jóvenes una responsabilidad como los portadores de las esperanzas de cambio y de transformación de las distintas esferas de la sociedad, por el sólo hecho de ser jóvenes. Su carácter de ser críticos e innovadores.” El surgimiento de la problematización expuesta relevaría, en principio, de capacidad de cuestionamiento al mundo adulto sobre las preguntas acerca del cómo se establecen las relaciones sociales, depositando toda posibilidad de cambio en las y los jóvenes, haciendo a un lado toda posibilidad de cambio porque “ya se está formado/a de esta manera y no se puede cambiar con la edad que se tiene.”

De esta manera, surge la reflexión sobre las posibles acciones subversivas al interior de una clase adulta opresora en razón de un patriarcado adultocéntrico. Desde allí resulta necesario observar la acción de un grupo de apoderados/as, inclusive el director del establecimiento, en el reciente desalojo del Liceo Manuel de Salas, quienes asistieron al procedimiento policial (procedimientos con un alto grado represivo y de legitimación en el uso de la violencia para asegurar la paz y seguridad social). La complicidad y unidad se hace manifiesta en lo que podríamos exponer como una conversación honesta entre dos grupos que están distanciados. La práctica de un diálogo político, dentro de una matriz sociocultural que divide por razones de edad, en relación al Estado, y de éste con el capitalismo, da cuenta de pistas que dirigen a la transformación social que abandonaría las diferencias de clase, étnicas, género, entre otras.

La consolidación crítica de una forma alternativa de relación social nos invita al establecimiento de escuchar las hablas disidentes de una estructura social/político/económico y cultural que va tomando forma en los procesos revolucionarios burgueses del siglo XIX. La dificultad se establece en evitar la cooptación de los discursos que nacen en pugna de lo normativo, por lo que se precisaría de una apuesta por la renuncia de privilegios garantizados por los sistemas de dominación imperantes y no en reacomodos dentro las estructuras de dominio/opresoras/subordinadoras en la construcción social.

Finalmente, y comentado en breve, se hace atrayente darle una mirada desde la micropolítica, de la que hablan Deleuze y Guattari, entre otros, al presente movimiento de secundarios/as, en cuanto a la posibilidad cuestionar/se acerca de los procesos y modos de subjetivación en el contexto neoliberal y la co/construcción de alternativas transformadoras de los y las sujetos/as.